Los antioxidantes son sustancias fundamentales para nuestro organismo. Ayudan a prevenir la oxidación de las células, cuya destrucción se produce a consecuencia de la acción de los radicales libres, producidos de manera inevitable durante su actividad. Estas moléculas tienen efectos dañinos sobre el organismo, ya que contribuyen al envejecimiento natural y al desarrollo de enfermedades, como el cáncer, la diabetes o las dolencias cardíacas. Pero, también a un nivel más estético pueden causar inflamación, dañar la dermis y potenciar la aparición de arrugas y flacidez. Es decir, aunque el proceso de envejecimiento es intrínseco a la vida, un desequilibrio que favorezca la acumulación de radicales libres puede magnificarlo y acelerarlo.
Los antioxidantes más potentes proceden de alimentos como la fruta y la verdura. Su acción neutraliza la actividad de los radicales libres y protege frente a su acción perjudicial, conservando una actividad celular correcta por más tiempo. Para beneficiarnos de ellos, debemos reforzar su ingesta, incluyéndolos en nuestra dieta diaria. También es recomendable complementar la dieta incorporándolos de manera tópica en el protocolo de belleza diario mediante productos ricos en antioxidantes naturales.
En La Provençale confiamos en el poder del aceite de oliva bio con denominación de origen controlada (AOC) de la Provenza enriquecido con prolifenoles. Rico también en vitamina E, su capacidad protectora y regeneradora es conocida en la región mediterránea desde hace siglos. Ahora extraemos todo el poder de la naturaleza autóctona en forma de una gama dedicada a la oliva. Para recibir su aporte antioxidante tan solo es necesario incorporar dos de sus concentrados antienvejecimiento día y noche: Crema antiedad de día y Sérum de noche, los cuales hidratan, nutren, protegen frente a la oxidación celular, regeneran y reafirman de manera completa.
Por lo general podemos encontrar antioxidantes naturales, clasificándolos en tres grandes grupos: polifenoles, carotenoides y vitaminas A, C y E.
La vitamina E, de vital importancia en la preservación de la función y arquitectura de la membrana celular, se encuentra en el aceite de oliva, maíz, soja, o girasol; en frutos secos como las almendras, cacahuetes, avellanas o nueces y en las verduras zanahorias o espinacas.