La flacidez facial puede parecer una consecuencia más del envejecimiento, pero entender qué es exactamente y cómo aparece pude ayudarnos a determinar cómo tratarla para que ese momento llegue lo más tarde posible. Aquí te contamos todas las claves para detectarla, entender sus causas y tratarla eficazmente.
La piel tiene la capacidad natural de estirarse y encogerse para adaptarse al contorno cambiante de nuestro cuerpo según crecemos, pero cuando este proceso pierde eficacia, de repente la epidermis empieza a mostrarse blanda y aflojada, como si hubiera perdido el relleno bajo ella.
La flacidez en la cara se manifiesta como una pérdida de firmeza y de contornos definidos, especialmente en párpados, mandíbula o cuello. Suele deberse a factores internos, como el paso natural del tiempo, y externos, pero en cualquiera de los casos se manifiesta como una piel sin elasticidad, firmeza o hidratación.
La edad determina la aparición de la flacidez facial, comenzando la mayoría a detectarla a partir de los 35-40 años y generalizándose sobre los 50 (en este último caso, si quieres profundizar en los cuidados recomendados a esta edad más allá de la flacidez, no dudes en consultar toda la información que te ofrecimos aquí).
Esto se debe a la pérdida o degradación de colágeno y elastina que forman una red que sostiene los tejidos como si fuera un “corsé”. Digamos que, a esa edad, los efectos de que esa estructura pierda fuerza comienzan a ser visibles, pero, anteriormente, si se ha experimentado una fuerte pérdida de peso, la flacidez ya comienza a ser perceptible.
El daño solar, fumar, beber alcohol, la exposición a contaminantes del medio ambiente o la utilización de cosméticos inadecuados para nuestro tipo de piel pueden acelerar el proceso.
La flacidez en la cara requiere de un abordaje completo que luche contra las consecuencias de la gravedad. En La Provençale Bio te proponemos una rutina sin grandes complicaciones que primero seguirás por su sensorialidad y luego por su eficacia.
Tanto por la mañana como por la noche, el primer paso imprescindible es la limpieza. Existen muchas texturas y propuestas en el mercado, pero nosotros nos quedamos con el Agua Micelar Anti-edad , un producto que elimina las células muertas, contaminación y maquillaje acumulados en los poros, dejando la epidermis perfectamente inmaculada y luminosa. Contiene extracto de hojas de olivo BIO, rico en polifenoles, que tonifica y limpia dejando la superficie lista para recibir el tratamiento posterior. Su aroma te enganchará y su suavidad hará que no dejes de usarla tantas veces como necesites en el día, ya sea para refrescarte, depurar puntualmente o simple placer.
A continuación, aplica la Crema Anti-arrugas de La Provençale Bio . Su fórmula combate los efectos del envejecimiento eficazmente, ya que se presenta tres veces más concentrada en activos antioxidantes procedentes de la estrella de la misma, el aceite de oliva BIO, que la Aceite Sérum Anti-edad de Noche. Se corrigen las señales del envejecimiento y se redensifica la textura de la piel. Su textura se absorbe al momento, pero su aroma delicado persiste, transportándonos directamente a la Provenza y sus campos en flor.
En otras ocasiones puedes optar por el Aceite Sérum Anti-edad de Noche, que reafirma y regenera intensamente. Gracias al aceite de oliva BIO, rico en polifenoles antioxidantes y vitamina E, este aceite antiedad actúa mientras duermes para que en la mañana el rostro se vea más liso y descansado. Para redondear el beneficio, incorpora también aceite de argán BIO, aceite de jojoba BIO y aceite de camelina, rico en Omega 3, para ayudar a mejorar la elasticidad y luminosidad.